
El albinismo es un trastorno genético hereditario que afecta a la capacidad de sintetizar melanina (pigmento oscuro que se encuentra en algunas células del cuerpo y que produce la coloración de piel, pelo y ojos). Su principal función es proteger todas estas estructuras de la radiación solar dañina.
Las personas albinas sufren por tanto alteraciones en su pigmentación. Presentan un tono de piel muy blanco, algo enrojecido por transparencia de los vasos sanguíneos, un cabello blanco o rubio muy muy claro, así como pestañas, iris y cejas de color violáceo-blanquecino o casi inexistentes.
En España hay unos 3.000 albinos. Hay además otras 1.000 personas con aspecto aparente de no-albinos que padecen un subtipo que solo afecta a los ojos: el albinismo ocular.
¿Cómo afecta el albinismo a la visión?
El hecho de carecer de este pigmento denominado melanina causa verdaderos trastornos en la visión. Tanto en la retina como en las conexiones nerviosas entre el ojo y el cerebro. En general, estos pacientes suelen padecer:
Visión disminuida Mala adaptación a cambios de iluminación y fotofobia extrema.
Defectos de graduación que precisan de corrección con gafas.
Movimientos involuntarios de los ojos, con dificultad en la fijación de la visión sobre un objeto.
Estrabismo.
Baja sensibilidad al contraste.
Deficiencias en la visión en 3D.
Desafortunadamente, el albinismo no tiene cura. Y es por ello de vital importancia efectuar un seguimiento visual adecuado de por vida a estas personas. Son muchas las ayudas ópticas de las que se pueden beneficiar. ¿Lo vemos en otro post futuro? 😉